martes, 17 de marzo de 2015

Más vueltas con el elefante (Modelo de família conservador versus modelo de família progresista)

Más vueltas con el elefante (Génesis del bestseller)

Modelo de família conservador versus modelo de família progresista

Una vez establecido que en nuestras mentes lo importante es el concepto de familia, el siguiente paso es inmediato: analicemos y fijemos los marcos correspondientes al modelo de familia conservador y al progresista. Al modelo –marco– conservador le asigna el nombre de «padre estricto» y para afirmarse en sus tesis cita a uno de los autores más de moda entre el Thea Party, un tal Dobson (yo no tenía el gusto) que, según parece, tiene un programa de radio con mucha audiencia y ha vendido millones de ejemplares de una «cosa» llamada Atrévete a castigar. No sé por qué, cuando tomé conciencia de este divo del conservadurismo se me vino a la memoria un «periodista» bajito, de un pueblo de Teruel, que fue alumno de Labordeta pero no aprendió nada…

Que nos lo explique él de nuevo. Según Dobson:


El mundo es un lugar peligroso, y siempre lo será, porque el mal está presente en él. Además, el mundo es difícil porque es competitivo. Siempre habrá ganadores y perdedores. Hay un bien absoluto y un mal absoluto. Los niños nacen malos, en el sentido de que sólo quieren hacer lo que les gusta, no lo que es bueno. Por tanto, hay que conseguir que sean buenos.

Lo que se necesita en un mundo como éste es un padre fuerte, estricto, que pueda:

• proteger a la familia en un mundo peligroso
• sostenerla en un mundo difícil
• enseñar a los niños la diferencia entre el bien y el mal.

Al niño se le pide obediencia, porque el padre estricto es una autoridad moral que distingue el bien del mal. Después se asume que el único modo de enseñar a los niños a obedecer —es decir, el bien del mal— es el castigo, un castigo doloroso, cuando se comportan mal.

Antes de seguir, es importante no perder de vista que aunque la filosofía general es perfectamente trasladable a los marcos de referencia del conservadurismo español no democristiano, el contexto en que se plantean las anteriores cuestiones es el de un país sometido a la moral protestante, con todo lo que eso tiene de bueno y de malo. Hay detalles, por lo tanto, que no son trasladables pero, ¿no nos suena la música? ¿No somos capaces de identificar el marco?

Sigamos:

Esa disciplina interna tiene un efecto secundario. Trata de lo que se necesita para tener éxito en un mundo difícil, competitivo. Es decir, si las personas son disciplinadas y persiguen su propio interés en un país de oportunidades como América, prosperarán y serán autosuficientes. Así, el modelo del padre estricto asocia moralidad con prosperidad. La misma disciplina que se necesita para ser moral es la que permite prosperar. El engarce entre ambas es la búsqueda del propio interés.

[…]

Aplicando esta metáfora a la «ley de la naturaleza» de Adam Smith, si cada uno persigue su propio interés, entonces, a través de la mano invisible, por naturaleza, se maximizará el interés de todos. Es decir, es moral perseguir tu propio interés, y hay una expresión para definir a aquellos que no lo hacen.

Esa expresión es «los que van de redentores por la vida». Una persona que va de redentora por la vida es alguien que está tratando de ayudar a los demás sin que nadie se lo pida, interfiriéndose en el camino de quienes persiguen su propio interés. Los redentores estropean el sistema.

No sé vosotros pero en ningún curso de formación política encontré una manera más sintética y clara de explicar lo que es la derecha y cuáles son sus íntimas motivaciones. La propia referencia al fundador del capitalismo, tal y como lo entendemos, Adam Smith, nos da las claves necesarias para relacionar capitalismo salvaje, políticas antibortivas y otra serie de principios políticos que, por sí solos, parecen carecer de relación.

Veamos, por otro lado, y siguiendo con la metáfora de la familia, cuál es el marco en que nos insertamos los progresistas:

En este caso, Lakoff habla de «familia protectora», ¿cuáles son sus principios morales?

El padre y la madre son igualmente responsables de la educación de sus hijos. Se parte del supuesto de que los niños nacen buenos y pueden hacerse mejores. El mundo puede llegar a ser un lugar mejor y nuestra tarea es trabajar para conseguirlo. […]

¿Qué entendemos por crianza? Dos cosas: empatía y responsabilidad. Si tienes un hijo, tienes que saber lo que significa cada grito, tienes que saber cuándo tiene hambre, cuándo hay que cambiarle el pañal, cuándo tiene pesadillas. Y tienes una responsabilidad: tienes que cuidar a ese hijo. Como tú no puedes cuidar a alguien si no te cuidas a ti, tienes que cuidarte lo bastante para poder cuidar a tu hijo.

[…] Además, de la empatía y la responsabilidad derivan inmediatamente otra serie de valores. Piénsalo.

En primer lugar, si tienes empatía con tu hijo, le proporcionarás protección. Esto se mezcla con la política de muchas maneras. ¿De qué proteges a tu hijo? Desde luego, del crimen y de las drogas. Lo proteges también de los coches que no tienen cinturones de seguridad, del tabaco, de los aditivos tóxicos en la comida. Asimismo la política progresista se centra en la protección del medio ambiente, la protección de los trabajadores, en la protección del consumo y en la protección frente a la enfermedad. Ésas son las cosas de que los progresistas quieren que el gobierno proteja a los ciudadanos. Pero hay también ataques terroristas, respecto a los cual ni los liberales ni los progresistas se han pronunciado con mucho acierto en términos de protección. La protección forma parte del sistema moral progresista, pero no se la ha puesto en práctica de manera suficientemente eficaz. El 11-S los progresistas no tuvieron gran cosa que decir. Fue desafortunado porque los padres protectores y los progresistas sí se preocupan por la protección. La protección es importante. Forma parte de nuestro sistema moral.** 

En segundo lugar, si tienes empatía con tu hijo, quieres que se realice en la vida, que sea una persona feliz. Y si tú no eres feliz y no te has realizado, no querrás que otros sean más felices que tú. […]
Tienes esa responsabilidad moral para contigo mismo. Además tienes la responsabilidad moral de enseñarle a tu hijo a ser una persona feliz y realizada, que quiere que otros sean felices y se realicen. Esto forma parte de la vida familiar protectora. Es una precondición común para preocuparse por los otros.

Hay otros valores relacionados con la crianza y la protección:

• Si quieres que tu hijo se realice en la vida, tiene que ser lo bastante libre
para hacerlo. Por tanto, la libertad es un valor.

• No puedes tener una gran libertad sin oportunidades y sin prosperidad. Por tanto, las oportunidades y la prosperidad son valores progresistas.

• Si realmente te preocupas por tu hijo, quieres que sea honestamente tratado por ti y por los demás. Por tanto, la honestidad es un valor.

• Si te relacionas bien con tu hijo y tienes empatía con él, debes tener una comunicación abierta en las dos direcciones. Una comunicación sincera. Ésta se convierte en un valor. 

• Vives en una comunidad, y esa comunidad influirá en la manera de crecer de tu hijo. Por tanto, la construcción de una comunidad, el servicio a la comunidad y la cooperación con una comunidad se convierten en valores.

Para que haya cooperación debes tener confianza, y para tener confianza debes tener sinceridad y una comunicación abierta en las dos direcciones. La confianza, la sinceridad y la comunicación abierta son valores progresistas fundamentales, tanto en una comunidad como en una familia.

Y como diría Rajoy, «fin de la cita». Y no voy a poner más textos del californiano; si os parece interesante, os lo leéis. 

Lo que sí me parece interesante reseñar es que este autor nos insiste muchísimo en tener claros los marcos, no adoptar posturas que se salgan de ellos y, por encima de todo, no pretender asumir elementos del marco contrario. Nadie mejor que ellos va a llevar a cabo sus propias políticas y el ciudadano medio sabe que para que se pongan en práctica políticas de derechas, mejor que las perpetre la derecha.

En estos tiempos de zozobra en los que, como decía aquél, no se debe hacer mudanza, es bastante probable que el alejamiento que hemos sufrido por buena parte de nuestro electorado tradicional se haya debido a la incapacidad que hemos demostrado de tener claros nuestros marcosa ciertos complejos que nos han llevado, en ocasiones, a adoptar elementos que no forman parte de nuestra naturaleza y a la escasa capacidad de comunicación de que hemos hecho gala en muchas ocasiones.

Por otro lado, hay que asumir que, por lo general, las elecciones no se ganan, solo se pierden. La mejor campaña electoral es una buena acción de gobierno. No es tan importante aferrarnos a la importancia de costosísimas campañas electorales como gobernar de acuerdo con nuestros principios que, por otro lado, son los de la mayoría social en España y Cataluña, como tantas veces ha quedado demostrado. Y cuando perdemos las elecciones, casi con seguridad, es que algo hemos hecho mal. Quizá no tener las cosas claras. Y no debiera ser tan difícil, ¿no?

Os aseguro que en Tarragona, algunos, lo intentamos.

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* Todas las citas de esta obra se refieren a la edición de la Universidad Complutense de 2007 y la (estupenda) traducción es de Magdalena Mora.

** Es obvio que lo que dice el autor respecto del su 11-S es difícilmente trasladable a nuestro 11-M. La bajeza y falta de catadura moral de que hicieron gala algunos personajes del PP en aquellas aciagas fechas carece de parangón incluso en sociedades tan complejas como la norteamericana.

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