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jueves, 26 de marzo de 2015

Discurso de despedida de la politica municipal ante la asamblea del PSC de Tarragona




Quiero empezar diciendo que esta es mi lista.

No es mi lista ideal.

Ni la que me parece mejor.

No es la lista de los más guapos, ni seguramente la que me parece más justa.

Pero es la que quiere mi candidato, es la que propone la comisión de listas, y la que ha aprobado la ejecutiva de agrupación de la que formo parte. Mi voto incluído.

Es la lista de mi partido.

Es por lo tanto, mi lista.

Le deseo toda la suerte del mundo a TODAS y cada una de las personas que van en ella.

Creo que son personas preparadas, y el 99% merece estar.

Me alegro especialmente, si me lo permitís, de la evolución de las tres propuestas que yo hice a la Comisión de Listas: Ana Santos, Ivana Martínez y Sandra Ramos.

A Ana la propuse porque me gustan sus análisis y enfoques políticos, es una mujer preparada.

A Ivana porque es una luchadora, que combina el trabajo con el ser madre. Es responsable, y consciente de su responsabilidad. Creo que lo ha hecho bien.

Sandra... porque es pragmática y a la vez es capaz de recordar y mantener los ideales que la hicieron entrar en política. Está porque se lo cree.

A ellas y a todos y todas las demás.

Felicidades.

Lo que necesitamos es que podamos formar el gobierno que queremos. El mejor posible para la ciudad de Tarragona. El que estoy seguro, que mejor hará, llegar a la práctica, los valores socialistas que preconizamos.

Los de la solidaridad, los de la justicia social. Los de la fraternidad.

Lo que deseo es que podamos hacer de nuevo un gobierno fuerte para todo ello.

Ojalá sea así.

Desde ahora digo que no habrá un militante que trabaje más para ello que yo mismo. Habrá quien trabaje igual, pero no más. Desde ahora mismo lo digo.

Si todos arrimamos el hombro, realmente podemos hacer grandes cosas.

Yo, por mi parte, me pongo a vuestra disposición. Ya se lo he comunicado a todo el que he podido. A los nuevos. A los intermedios. A Josep Maria Milá... Pienso hacerle un gran traspaso de área cuando toque. Y también a quien tenga el privilegio de poder llevar la seguridad ciudadana de esta ciudad.

Y mientras, estaré a disposición de la campaña como el que más.

[…. ….]

Es de justícia, en este momento, dar las gracias a este partido por todo lo que he aprendido, todo lo que he vivido, y por las experiencias personales que he podido tener.


Por el privilegio de haber estado en la política municipal. LA POLÍTICA en mayúsculas, para mí.

Por el privilegio de haber tenido entre las manos, comandando, la propia ciudad de Tarragona. ¿Puede  haber algo mejor que eso?

Gracias también por el privilegio de haberos representado. Solo espero haberlo hecho con dignidad.

Solo espero haber llevado conmigo esos valores de solidaridad, justicia social y fraternidad que os comentaba antes.

No solo en la gestión pública. También en el día a día.

Espero que nunca hallarais en mí un atisbo de altivez.

Espero que os sintierais escuchados cuando lo necesitasteis. Yo lo intenté con todo mi corazón.

Siempre he intentado estar ahí, llevar mi trabajo de gobierno y representación con eficacia, pero a la vez con humildad, sencillez y cercanía. Como quien sabe que no está por sí mismo.

Solo aspiro a haberme acercado un poquito a eso.

Quiero y debo dar las gracias también a mi alcalde. Mi hermano mayor, como dice él. Y como me he sentido siempre.

Gracias por haber querido trabajar conmigo durante estos 8 años entre tantas personas posibles. Entre tanto compañero y compañera que se podía encontrar en condiciones similares de preparación para ello.

Esa es la dificultad de confeccionar una lista.

Siempre hay múltiples compañeros y compañeras que aprecias, y que ves preparados. Pero hay que escoger.

Por tanto, gracias Alcalde, por haber contado conmigo, y gracias por haberme permitido ser el responsable de la ciudad, y por tanto, el tuyo, de Movilidad, de Licencias, de Seguridad Ciudadana, y de todo el Área de Territori, nada más y nada menos.

Gracias a los compañeros y compañeras del Grupo Municipal Socialista.

A todos sin excepción los he querido.

A todos sin excepción les doy las gracias por su tiempo, por su colaboración y por su compañerismo.

Ha habido momentos duros, sin duda.

Pero de los amigos, me quedo solo lo bueno.

Personalmente creo que nos ha tocado gobernar en el momento más complicado de la última generación política.

Y creo que, dentro de lo que cabe, lo hemos hecho bastante bien.

Respecto al ámbito personal, tengo el sentimiento de haber cubierto una etapa. Necesito curar algunas pocas heridas, no os quiero engañar, y ver la realidad, desde otra perspectiva.

Seguro que lo entendéis.

Con toda normalidad, quiero incorporarme a mi despacho y ejercer mi profesión. Aunque necesitaré algunas semanas, quizá meses, para ponerme al día y retomar el pulso al oficio, no es un secreto para nadie que siempre mantuve abierto el despacho, y anduve pagando una pasta cada mes al Colegio de Abogados para cuando llegara este día.

Me tomaré unos meses, seguramente de paro, para reciclarme, y de momento, me dedicaré a aquello para lo que estudié.

La política, no la dejo ni de coña.

Ya os lo digo.

La llevo en la sangre.

Y además, tengo que devolver todo el bien que se me ha dado.

Quiero colaborar en que este partido vuelva a representar de manera clara y rotunda a la mayoría social de este país.

De los dos países, si se me permite la broma.

Quiero que el Partido Socialista tenga las ganas de dar una alternativa creíble a este sistema de libre mercado, y de austeridad brutal, que se está llevando por delante a una parte de las familias de nuestro país, y a toda una generación de jóvenes preparados (tenemos ejemplos cerca, compañeros) la está condenando a emigrar a los países del norte de Europa.

No voy a desaprovechar esta oportunidad para denunciar, una vez más, el austericidio que se está cargando a las clases medias trabajadoras. Si no levantamos la voz, y recuperamos la actitud combativa que este partido lleva en su ADN, no podremos recuperarlas ni representarlas.

Si no somos capaces de ofrecer alternativas creíbles, de izquierdas, desde la honestidad intelectual, y sin complejos, a esa mayoría social a la que nos debemos, difícilmente podremos estar a su servicio.

En esa lucha de recuperación del terreno perdido.

De la dignidad y nuestra historia.

De la defensa de la igualdad de oportunidades, y de la justicia social.

En esa lucha porque nuestro partido se levante en todos los lugares, estoy, y estaré siempre.

Muchas gracias a todos y a todas.




domingo, 22 de marzo de 2015

Reflexiones personales

Aunque no empecé este blog para cuestiones de actualidad, sino más bien de lo que viene a ser el alma, lo aprovecharé para compartir lo que el alma siente, pero al hilo de lo que ha pasado estos días. Rabiosa actualidad.

Hace unas pocas jornadas, 19 de marzo concretamente, anunciaba, junto al Alcalde de Tarragona (para que se sitúen aquellos pocos lectores que hipotética y extrañamente pudieren adherirse desde otras localidades), que daba por cubierta una etapa en la política municipal, tras doce años de concejal, ocho de ellos en el gobierno, llevando departamentos o áreas como Licencias, Movilidad, Seguridad Ciudadana, y Territorio.

Y aunque uno va perdiendo la capacidad de sorpresa, leo con la poca que todavía me queda los análisis que se han hecho al respecto.

Que si no quedaba claro si me iba, o se me echaba... que si me habían cortado el cuello... que si diputat al Parlament, que si diputado en Madrid...

Bien. Todo muy folklórico. Como siempre.

Que los análisis no me han parecido acertados no se le escapara a nadie, a tenor de lo que acabo de decir, pero lo que más me molesta, en realidad, son las conclusiones superficiales o las causas oscuras u ocultas que se intentan buscar.

Me voy de concejal, a buenas, de la mano del Alcalde, y sonriendo; y la caricatura que pretenden algunos es que hay dos posibilidades, me han cortado la cabeza, o solo queda la alternativa de que me hayan ofrecido algo, que pueda significar una escalada en la “carrera política”, término este que dicho sea de paso, me asquea hasta lo más profundo.

Pues miren. De partida, no.

Llego a la política desde la calle, desde movimientos asociativos y estudiantiles, y la política municipal significa la máxima expresión de lo que entiendo por el servicio público en pos de la justicia social. No tanto por lo que puedes realmente hacer. Lamentablemente no siempre es mucho, por escasez de recursos, a veces económicos, a veces humanos, a veces de puro apoyo político. Pero lo que es importante, lo que es el meollo de la política, es el contacto directo con las personas que se supone representas. Esa relación de día a día y de calle. Pura trinchera. Todo el mundo que acceda a un cargo público debería antes pasar, ¡obligatoriamente!, por el tablero local. Gestionar en un ayuntamiento. Sería una buena manera de trasladar esa visión municipalista de relación más directa con la ciudadanía.

Lo que quiero decir –no deseo enrrollarme de nuevo como vengo haciendo últimamente– es que para mí la política municipal es LA POLÍTICA, y no tengo ahora mismo ganas de entrar en liza por ningún otro cargo público que sustituya aquel por el que acabo de decidir no optar.

¿Qué por qué me voy entonces?

Pues miren, esto de las listas es siempre un follón, por lo complejo de su gestión. Hablamos de personas (y egos), y solo una puede ocupar un lugar determinado en la lista, que además debe tener un determinado orden, según la seguridad que el partido y/o el candidato quieren tener de que salga elegida la persona en cuestión.

Un follón que también se ha dado en Tarragona, naturalmente, porque no somos marcianos, ni está lleno mi partido de hermanitas de la caridad. Porque hay personas preparadas, y algunas de ellas consideran (es muy lícito) que merecen un puesto privilegiado. Y cuando hay más personas que lugares “libres” en la lista, surgen problemas. Por debajo de la mesa.

Por no entrar en muchos detalles, solo diré que se trata de jugar con las influencias, apoyos y cercanías de cada uno, así como los logros que se tienen en el haber propio.

Pasa absolutamente en todos los partidos, e incluso, como comentaba, si uno lo piensa detenidamente, es hasta legítimo.

Pues bien, paré todo el maremágnum en mi cabeza, en un determinado momento, que se dio unos días antes de la rueda de prensa, tras un tiempo en que los rumores de si estaba o no en la lista, y en qué número, se iban sucediendo. Como digo, “por debajo de la mesa”*...

(Por eso, permítaseme abrir un paréntesis que va relacionado con esta expresión*, porque todo se produce “por debajo de la mesa”. Cuando se me preguntó en la rueda de prensa si me habían ofrecido algún puesto en la lista, ciertamente me quedé pensativo un momento; porque exactamente en ese instante, caí en la cuenta de que no.

Tan alejados estamos a veces de los usos “normales”, en la política, que todos los mensajes habían llegado por vías indirectas, y vericuetos que hasta fintaban la decencia, para hacerte llegar la información.)

En fin, que decía que llegó un momento en el que me paré a reflexionar, unos días antes de la rueda de prensa.

Y pensé en cuando llego a casa, están mis hijos y estoy con el móvil. Y recordé los ratos que me he perdido de mi hija pequeñita. Laura. Ya tiene ocho años. Siempre digo medio en broma que, en un pestañeo más de vida, se me aparecerá adolescente, y me vendrá con una pareja al uso.

Pensé en Víctor, que con sus cuatro años también me dice continuamente que deje el móvil y le haga caso.

Y me dio rabia.

Pensé también en los nombres que sonaban para la lista. Algunos de ellos que me resultan especialmente interesantes. Parece que tiene ciertas posibilidades un ciudadano que es director de un instituto de FP. Se comenta por debajo de la mesa. Me han dicho que no lo puedo decir. Todo sin confirmar, por eso. Pero es que me parece bien. Lo conozco. Y es un buen tipo. Una buena opción ideológicamente hablando.

Me llegaron otros nombres interesantes. De compañeros y compañeras. Y pensé: “¿tengo que pugnar con ellos?”. Y fui todavía más allá, y llegué a una terrible pregunta: “¿me vale la pena?”.

En otras palabras, ¿vale la pena la batalla, la pugna política, el esfuerzo, el barro en algunos momentos, “dentro” y “fuera”?

Y para contestar esta pregunta hube de formularme otra más inquietante aún: “¿soy feliz con lo que hago ahora mismo?”. Ufff. ¡Vaya con la preguntita!

Pues sí, y no. Me explico.

Sí por lo que he dicho. Porque la política municipal, aunque de la teoría a la práctica, a veces vaya un abismo comparable al de Helm (de Tolkien), es lo que más me gusta.

Sí porque he podido participar en algunos proyectos y decisiones importantes, cambiar cosas vitales para algunos ciudadanos o ciudadanas, y conocer personas muy interesantes. Aprender mucho.

Pero no, porque las dificultades económicas y sociales con las que nos ha tocado gestionar han transformado la gestión municipal en una cuestión de una dureza extrema. Una cuestión para la que has de mantener en alto los escudos protectores, y la parte más dura de carácter bien afilada.

Cualquier proyecto cuesta ser llevado a cabo cuatro veces más y todo es mirado con lupa con cuatro veces más aumentos y desconfianza.

Hay quien parece decir que todo en la política es malo. Todo es interesado. Todo busca algo oculto.

No hace falta que recuerde la imputación por prevaricación que ha pesado hasta hace poco sobre mí, y supongo que no es necesario que remarque la tranquilidad que me da el haberme podido ir sin tener esa tacha pendiendo sobre la cabeza.

Sí soy (he sido) feliz, porque me gusta el contacto con las personas. Me gusta tocarlas, sentirlas. Disfruto debatiendo por Twitter tanto como presentándome de repente un día en medio de un vecindario, para escuchar directamente sus quejas.

Sí, porque a veces puedes ayudar, aunque sea un poco, a que la vida de alguien resulte algo más llevadera. Porque puedes solucionar o colaborar en erradicar una injusticia. Porque estás trabajando para tu ciudad. Porque es Tarragona lo que tienes entre manos.

Pero no, porque se ha convertido en un oficio duro en el que has de sacrificar tiempo de los dibujos de tus hijos para ir a reuniones mientras se te analiza de forma pública y se agradece muy poco todo esfuerzo extra. Y aunque como ya digo, tiene sus recompensas, y es un auténtico privilegio estar donde estoy, y estaré aún unos meses, hubo un momento en el que me detuve y me puse a pensar si después de 12 años... Si teniendo dos críos pequeños y estando mi mujer también metida en política, con reuniones y actos varios, valía la pena la pugna, valía la pena competir con otras personas, como el ciudadano que citaba antes, que fuera o él o yo...

Y llegué a la conclusión de que no.

De que en realidad podía encaminarme hacia un punto de vista diferente, después de doce años de idas y venidas al Ayuntamiento.

Siempre he defendido además que no deben acumularse ni mandatos ni cargos. ¿Cómo iba a justificar esa incoherencia también? ¿No son doce años de concejal suficientes para dejar paso a otras personas igual de preparadas y con renovadas energías en esa ocupación en concreto?

Podía estudiar alguna cosa. Podía dedicarme más a la casa. Más a mis hijos. A mi despacho. Necesito reciclarme previamente, tampoco voy a ir de guay en estos momentos. Calculo que necesitaría unos meses, pocos y dedicarme a la pugna en los tribunales, al asesoramiento jurídico.

No sé lo que haré todavía. Necesito un poco más de tiempo para pensar con calma. Una de las cosas que me planteo y me haría más ilusión (será muy difícil de combinar con la intendencia familiar pero bueno, yo lo suelto aquí, que no me ve nadie...) es la de emprender el Camino de Santiago de nuevo, pero hacerlo yo solo y enterito. Desde la etapa previa de San Juan de Pie de Puerto, en Francia, hasta la misma catedral de Santiago. No sé si lo conseguiré, ni siquiera estoy seguro de poderlo iniciar. Pero es el único reto que en estos momentos me planteo acometer.

Así, que como decía en un tuit hace poco: “No entiendo que no se entienda que quiera dar por cubierta una etapa”.

Y realmente, a pesar de todos los rumores que han surgido, no me estoy planteando, de momento, más que una vida alejada del mundanal ruido.


Eso sí. Aviso de que en el partido voy a dar la batalla. Toda la que haga falta. Dar la batalla para llevar a cabo la revolución que los y las socialistas necesitamos. Para volver a conectar con la sociedad de vanguardia y recuperar nuestros orígenes de lucha. Tirar de la sociedad en vez de seguir yendo a su remolque. Hemos de sentir auténtica rabia frente al dolor de las familias, por estas políticas neoliberales injustas que nos llevan al desastre y sustraen derechos adquiridos a sangre y fuego. Lo hemos de cambiar. Hemos de participar de manera activa en el cambio de este sistema. Actuar en consecuencia como partido, en todos los frentes. Colocarnos siempre al lado del que sufre, ante lo que dictan los mercados. Realizar propuestas que mejoren la vida de quienes lo están pasando mal.

Esa será mi nueva trinchera a partir de ahora.

Y lo intentaré desde el debate y la reflexión. A través de los medios que tenga a mi alcance.

Veamos.

Ya se irá viendo...

Hasta la vista.

En @LoCaragirat me tienen...

sábado, 21 de marzo de 2015

comiat en roda de premsa del jueves 19 de marzo de 2.015



Vull anunciar la meva retirada de la primera linea política municipal.

Vaig començar fa uns 12 anys. Els quatre primers a l’oposició. Aprenent. Escoltant la gent, les seves necessitats, escoltant el que calia fer, amb la il·lusió del canvi. Amb les ganes de canviar la ciutat. Amb el que podiem aportar com a Partit Socialista, amb el Pep Félix com a Alcalde.

Després, vaig viure aquest canvi en primera persona, i vaig poder començar a governar amb àrees tan boniques i de tanta responsabilitat com són (eren llavors) Mobilitat i Seguretat Ciutadana.

Posteriorment vaig tenir l’enorme privilegi d’agafar "las riendas" de tota l’àrea de Territori, especialment Urbanisme i tot el que l’envolta, i mantenir la també enorme responsabilitat de portar Seguretat Ciutadana, amb la seva (la meva estimadísima) Guàrdia Urbana i Protecció Civil, voluntaris sobretot, inclosos.

Qué més puc demanar?

L’únic que em quedava era ser Alcalde, i aquesta plaça ja està coberta, i ben coberta, pel meu Alcalde, Josep Félix Ballesteros, i que per cert, espero que la segueixi cobrint uns quants anys, i segueixi sent l’Alcalde de tots i de totes els tarragonins i les tarragonines.

I a qui vull agrair especialment l’oportunitat que em va donar en tots aquests moments, de poder treballar per la meva ciutat, primer des de l’oposició, i després des del govern.

A la meva ciutat, Tarragona, al meu partit, i a l’Alcalde que va confiar en mi per totes aquestes importantíssimes tasques, els porto al cor.

Dóno les gràcies a la Guàrdia Urbana, a tots i cadascun dels agents, a tots i cadascun dels comanaments. Per totes les decissions que hem pres conjuntament, per moments que no han estat fàcils, per moments en que no han entés algunes de les decissions. Ho hem fet sempre pensant en el bé comú.

Han estat moments dificils, amb una crisi socioeconòmica que no ens ha permès moltes vegades fer allò que voliem, però ho hem fet. Amb menys recursos, humans i econòmics. Molt dur en alguns moments!...  però la ciutat en cap moment ha estat desatesa per aquest cos de policia que és el seu.

Dono les gràcies als treballadors i treballadores de l’àrea de Territori. M’han demostrat ser en general uns grandissims professionals que tenen al cap la ciutat, i l’interès general dels tarragonins i tarragonines. Especialment a la Eli, la Imma, el Lluis, la Montse i la Carme, i a tota la gent que depèn d’elles.

Gràcies a l’Adelyn, i gràcies per suposat a la Pepi, la secretària barreja entre mami i germana, a la que estimo.

Gràcies a tots els ciutadans i ciutadanes. I als que de vegades no hagin compartit les decissions preses, els vull dir que també he après molt d’ells. Sobretot dels critics constructius. Aquells ciutadans amb els que es pot parlar tot, de manera tranquila i assenyada, i aprendre del que diuen.

Gràcies als companys i companyes, dels que sempre he rebut recolzament i comprensió. A tots els socialistes i les socialistes.

Mantinc més vius que mai els meus valors republicans, d’esquerres i socialistes, i seguiré treballant per la meva ciutat i pel meu partit des d’altres àmbits.

I me’n vaig sentint-me orgullòs i trist alhora, però no abandono aquesta ciutat.

Ni abandono aquesta ciutat, ni abandono el partit, ni abandono la política, ni abandono les meves responsabilitats o aspiracions ideològiques. Simplement obro una nova etapa en la meva vida.

martes, 17 de marzo de 2015

Más vueltas con el elefante (Modelo de família conservador versus modelo de família progresista)

Más vueltas con el elefante (Génesis del bestseller)

Modelo de família conservador versus modelo de família progresista

Una vez establecido que en nuestras mentes lo importante es el concepto de familia, el siguiente paso es inmediato: analicemos y fijemos los marcos correspondientes al modelo de familia conservador y al progresista. Al modelo –marco– conservador le asigna el nombre de «padre estricto» y para afirmarse en sus tesis cita a uno de los autores más de moda entre el Thea Party, un tal Dobson (yo no tenía el gusto) que, según parece, tiene un programa de radio con mucha audiencia y ha vendido millones de ejemplares de una «cosa» llamada Atrévete a castigar. No sé por qué, cuando tomé conciencia de este divo del conservadurismo se me vino a la memoria un «periodista» bajito, de un pueblo de Teruel, que fue alumno de Labordeta pero no aprendió nada…

Que nos lo explique él de nuevo. Según Dobson:


El mundo es un lugar peligroso, y siempre lo será, porque el mal está presente en él. Además, el mundo es difícil porque es competitivo. Siempre habrá ganadores y perdedores. Hay un bien absoluto y un mal absoluto. Los niños nacen malos, en el sentido de que sólo quieren hacer lo que les gusta, no lo que es bueno. Por tanto, hay que conseguir que sean buenos.

Lo que se necesita en un mundo como éste es un padre fuerte, estricto, que pueda:

• proteger a la familia en un mundo peligroso
• sostenerla en un mundo difícil
• enseñar a los niños la diferencia entre el bien y el mal.

Al niño se le pide obediencia, porque el padre estricto es una autoridad moral que distingue el bien del mal. Después se asume que el único modo de enseñar a los niños a obedecer —es decir, el bien del mal— es el castigo, un castigo doloroso, cuando se comportan mal.

Antes de seguir, es importante no perder de vista que aunque la filosofía general es perfectamente trasladable a los marcos de referencia del conservadurismo español no democristiano, el contexto en que se plantean las anteriores cuestiones es el de un país sometido a la moral protestante, con todo lo que eso tiene de bueno y de malo. Hay detalles, por lo tanto, que no son trasladables pero, ¿no nos suena la música? ¿No somos capaces de identificar el marco?

Sigamos:

Esa disciplina interna tiene un efecto secundario. Trata de lo que se necesita para tener éxito en un mundo difícil, competitivo. Es decir, si las personas son disciplinadas y persiguen su propio interés en un país de oportunidades como América, prosperarán y serán autosuficientes. Así, el modelo del padre estricto asocia moralidad con prosperidad. La misma disciplina que se necesita para ser moral es la que permite prosperar. El engarce entre ambas es la búsqueda del propio interés.

[…]

Aplicando esta metáfora a la «ley de la naturaleza» de Adam Smith, si cada uno persigue su propio interés, entonces, a través de la mano invisible, por naturaleza, se maximizará el interés de todos. Es decir, es moral perseguir tu propio interés, y hay una expresión para definir a aquellos que no lo hacen.

Esa expresión es «los que van de redentores por la vida». Una persona que va de redentora por la vida es alguien que está tratando de ayudar a los demás sin que nadie se lo pida, interfiriéndose en el camino de quienes persiguen su propio interés. Los redentores estropean el sistema.

No sé vosotros pero en ningún curso de formación política encontré una manera más sintética y clara de explicar lo que es la derecha y cuáles son sus íntimas motivaciones. La propia referencia al fundador del capitalismo, tal y como lo entendemos, Adam Smith, nos da las claves necesarias para relacionar capitalismo salvaje, políticas antibortivas y otra serie de principios políticos que, por sí solos, parecen carecer de relación.

Veamos, por otro lado, y siguiendo con la metáfora de la familia, cuál es el marco en que nos insertamos los progresistas:

En este caso, Lakoff habla de «familia protectora», ¿cuáles son sus principios morales?

El padre y la madre son igualmente responsables de la educación de sus hijos. Se parte del supuesto de que los niños nacen buenos y pueden hacerse mejores. El mundo puede llegar a ser un lugar mejor y nuestra tarea es trabajar para conseguirlo. […]

¿Qué entendemos por crianza? Dos cosas: empatía y responsabilidad. Si tienes un hijo, tienes que saber lo que significa cada grito, tienes que saber cuándo tiene hambre, cuándo hay que cambiarle el pañal, cuándo tiene pesadillas. Y tienes una responsabilidad: tienes que cuidar a ese hijo. Como tú no puedes cuidar a alguien si no te cuidas a ti, tienes que cuidarte lo bastante para poder cuidar a tu hijo.

[…] Además, de la empatía y la responsabilidad derivan inmediatamente otra serie de valores. Piénsalo.

En primer lugar, si tienes empatía con tu hijo, le proporcionarás protección. Esto se mezcla con la política de muchas maneras. ¿De qué proteges a tu hijo? Desde luego, del crimen y de las drogas. Lo proteges también de los coches que no tienen cinturones de seguridad, del tabaco, de los aditivos tóxicos en la comida. Asimismo la política progresista se centra en la protección del medio ambiente, la protección de los trabajadores, en la protección del consumo y en la protección frente a la enfermedad. Ésas son las cosas de que los progresistas quieren que el gobierno proteja a los ciudadanos. Pero hay también ataques terroristas, respecto a los cual ni los liberales ni los progresistas se han pronunciado con mucho acierto en términos de protección. La protección forma parte del sistema moral progresista, pero no se la ha puesto en práctica de manera suficientemente eficaz. El 11-S los progresistas no tuvieron gran cosa que decir. Fue desafortunado porque los padres protectores y los progresistas sí se preocupan por la protección. La protección es importante. Forma parte de nuestro sistema moral.** 

En segundo lugar, si tienes empatía con tu hijo, quieres que se realice en la vida, que sea una persona feliz. Y si tú no eres feliz y no te has realizado, no querrás que otros sean más felices que tú. […]
Tienes esa responsabilidad moral para contigo mismo. Además tienes la responsabilidad moral de enseñarle a tu hijo a ser una persona feliz y realizada, que quiere que otros sean felices y se realicen. Esto forma parte de la vida familiar protectora. Es una precondición común para preocuparse por los otros.

Hay otros valores relacionados con la crianza y la protección:

• Si quieres que tu hijo se realice en la vida, tiene que ser lo bastante libre
para hacerlo. Por tanto, la libertad es un valor.

• No puedes tener una gran libertad sin oportunidades y sin prosperidad. Por tanto, las oportunidades y la prosperidad son valores progresistas.

• Si realmente te preocupas por tu hijo, quieres que sea honestamente tratado por ti y por los demás. Por tanto, la honestidad es un valor.

• Si te relacionas bien con tu hijo y tienes empatía con él, debes tener una comunicación abierta en las dos direcciones. Una comunicación sincera. Ésta se convierte en un valor. 

• Vives en una comunidad, y esa comunidad influirá en la manera de crecer de tu hijo. Por tanto, la construcción de una comunidad, el servicio a la comunidad y la cooperación con una comunidad se convierten en valores.

Para que haya cooperación debes tener confianza, y para tener confianza debes tener sinceridad y una comunicación abierta en las dos direcciones. La confianza, la sinceridad y la comunicación abierta son valores progresistas fundamentales, tanto en una comunidad como en una familia.

Y como diría Rajoy, «fin de la cita». Y no voy a poner más textos del californiano; si os parece interesante, os lo leéis. 

Lo que sí me parece interesante reseñar es que este autor nos insiste muchísimo en tener claros los marcos, no adoptar posturas que se salgan de ellos y, por encima de todo, no pretender asumir elementos del marco contrario. Nadie mejor que ellos va a llevar a cabo sus propias políticas y el ciudadano medio sabe que para que se pongan en práctica políticas de derechas, mejor que las perpetre la derecha.

En estos tiempos de zozobra en los que, como decía aquél, no se debe hacer mudanza, es bastante probable que el alejamiento que hemos sufrido por buena parte de nuestro electorado tradicional se haya debido a la incapacidad que hemos demostrado de tener claros nuestros marcosa ciertos complejos que nos han llevado, en ocasiones, a adoptar elementos que no forman parte de nuestra naturaleza y a la escasa capacidad de comunicación de que hemos hecho gala en muchas ocasiones.

Por otro lado, hay que asumir que, por lo general, las elecciones no se ganan, solo se pierden. La mejor campaña electoral es una buena acción de gobierno. No es tan importante aferrarnos a la importancia de costosísimas campañas electorales como gobernar de acuerdo con nuestros principios que, por otro lado, son los de la mayoría social en España y Cataluña, como tantas veces ha quedado demostrado. Y cuando perdemos las elecciones, casi con seguridad, es que algo hemos hecho mal. Quizá no tener las cosas claras. Y no debiera ser tan difícil, ¿no?

Os aseguro que en Tarragona, algunos, lo intentamos.

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* Todas las citas de esta obra se refieren a la edición de la Universidad Complutense de 2007 y la (estupenda) traducción es de Magdalena Mora.

** Es obvio que lo que dice el autor respecto del su 11-S es difícilmente trasladable a nuestro 11-M. La bajeza y falta de catadura moral de que hicieron gala algunos personajes del PP en aquellas aciagas fechas carece de parangón incluso en sociedades tan complejas como la norteamericana.

Más vueltas con el elefante (Génesis del bestseller)


Génesis del bestseller

Venga, bah, que ya os lo cuento. Os decía que George Lakoff es un eminente científico, lingüista y asesor de partidos progresistas ahí donde es reclamado. Su trabajo principal, lógicamente, se encuentra en los Estados Unidos y sus principales líneas de trabajo son el apoyo al partido –equivalente ideológico a la socialdemocracia en Europa– que sostiene a Barack Obama. Demócrata.

Antes de meternos en más honduras es preciso explicar el contexto porque si no no se entiende nada. No pienses en un elefante. Lenguaje y debate político está escrito, como digo, en Estados Unidos y sus reflexiones deben ser enmarcadas en la realidad de aquel país. De hecho, el misterioso elefante de marras no es sino el símbolo del Partido Republicano (el del Demócrata, como sabéis, es un burro).

Recomiendo vivamente la lectura de este texto. Sus conclusiones no nos servirán para hacer un país mejor cuando gobernemos, pero sí para, por un lado, ser coherentes con nuestro propio pensamiento y, por otro, ser capaces de expresarlo de manera autónoma, sin estar constantemente usando como referencia al ominoso PP. Ya expresé en capítulos anteriores que pienso que uno de los problemas del socialismo español es que construye su discurso, con frecuencia, por oposición al bien asentado pensamiento conservador y eso no nos puede más que llevar al desastre (¿seguir llevando?).

Cuando Lakoff pide a sus alumnos de comunicación política que no piensen en el símbolo del partido Republicano, por un lado, pone de manifiesto lo difícil que es no pensar en algo en lo que previamente se le ha dicho a uno que no repare. Por otra parte, exige que en la construcción del «marco» –es el término básico que usa– se tengan en cuenta las convicciones propias de manera autónoma, sin elementos referenciales de marcos ajenos, sin elefantes.

Aquello de elaborar un discurso autónomo es de sentido común, ¿no? Además parece fácil, ¡pero no lo es! ¡Prueba! ¡Prueba a no pensar sobre un elefante! ¡Claro que no puedes! Pero es importante, los conservadores lo hacen muy bien. Hay que entrenarse y conseguirlo.

Una vez que tenemos clara la importancia de los marcos, lo imprescindible es dotarlos de contenido e intentar que toda nuestra acción política se ajuste al marco que nos corresponda. El autor nos cuenta que empezó en todo esto haciendo un ejercicio que, como tantas cosas, parece muy obvio pero que casi nadie se detiene a realizar.

Quiero hablaros de Lakoff pero me parece infinitamente más útil que sea él mismo quien hable, confío en que os resulte tan interesante como a mí:

Mi trabajo en política empezó precisamente cuando me hice una determinada pregunta. Fue en el otoño de 1994. Estaba escuchando los discursos electorales y leyendo el «Contrato con América» de los republicanos. La pregunta que me hice fue esta: ¿Qué tienen que ver entre sí las posturas conservadoras en las cuestiones importantes? Si eres conservador, ¿qué tiene que ver tu postura sobre el aborto con tu postura sobre los impuestos?

¿Y qué tiene ésta que ver con tu postura sobre el medio ambiente? ¿O sobre la política exterior? ¿Cómo encajan entre sí estas posturas? ¿Qué tiene que ver estar en contra del control de armas con estar a favor de la reforma del derecho de daños (tort reform)? ¿Qué es lo que da sentido a este engranaje? No podía entenderlo. Me dije: Esta gente es rara. Vistas en conjunto, sus posturas no tienen sentido

Pero entonces se me ocurrió una idea inquietante.

En cada una de las cuestiones importantes, yo tenía exactamente la postura contraria. ¿Qué tienen que ver mis posturas entre sí? 

Y tampoco pude entenderlo.*

¿Nos os parece sorprendente? Además, como se puede observar, el Partido Republicano, hoy más extremista que nunca –un sector importante del republicanismo norteamericano actual viene del Ku-Kux-Klan y lo de tener un comandante en jefe de las fuerzas armadas medio negro lo llevan fatal–, en sus líneas generales tiene mucho en común con el PP.

Más adelante, el propio Lakoff nos explica que Norteamérica es un país en el que los conceptos asociados a la familia adquieren una importancia primordial. Si prestamos atención a nuestra forma de hablar –la suya, en este caso–, las asociaciones entre «nación» y «familia» son más que frecuentes. Por ejemplo, «mandamos a nuestros hijos a la guerra», ¿pero qué hijos. Los míos son muy pequeños y no van a ninguna guerra. Ah, no, que es una metáfora. «Nosotros» no somos Marisa y yo ni seguramente eres tú. «Nosotros» es la nación americana.

Me permito recordar en este punto que cuando en el capítulo correspondiente hablábamos de reglas de juego, empezábamos explicando que una «nación» es un conjunto de personas. Desde esa perspectiva, la tesis de este lingüista californiano es más sólida aún.

[continuación... Segunda parte]

domingo, 15 de marzo de 2015

Se cierra el círculo, no, el octógono




A mi padre, todas estas cosas de los templarios le resultan indiferentes y ni siquiera había reparado en que Eunate –las cien puertas, en euskera– era el lugar del que nos había hablado el hombre del bar en que habíamos desayunado en Pamplona.

Imagino que a todo el mundo hay cosas que les llaman la atención. Tengo conocidos que sin ser personas especialmente belicosas se estremecen ante las hazañas y estrategias de Rommel, Montgomery o Patton y que serían capaces de describir batallas de la II Guerra Mundial como si las hubiesen vivido.

A otros les apasiona el mundo de Star Trek (el propio Miquel Iceta, del que hablaba en el tuit largo anterior, sin ir más lejos) o la Guerra de las Galaxias. Incluso más, ¿quién no conoce a algún «chalado» que se sepa de memoria, o casi, el guion enterito de Amanece, que no es poco (José Luis Cuerda, 1988).

Lo mío con los templarios (Pauperes Commilitones Christi Templique Salomoninci) ni por asomo alcanza los extremos de fanatismo que podemos encontrar en los ejemplos anteriores. Me cuentan que en un pueblo de Albacete, cientos de personas, una vez al año, se reúnen para recrear y recitar la magnífica película de José Luis Cuerda.

Y nadie me va a ver por la calle vestido con manto blanco y cruz patada (aquella cuyos brazos se estrechan por su centro) como sí podemos encontrar a alguno con el atuendo (a veces la actitud) de Darth Vader. Me interesa el Temple pero no exageremos.

Unos brevísimos apuntes más allá de las leyendas y de las novelas de Walter Scott y de las ocurrencias de Dan Brown (entretenido si se quiere, ¡pero qué daño ha hecho este hombre!).

La Orden de los Pobres Caballeros del Templo de Salomón fue fundada en 1119 y disuelta de muy mala manera en 1314. Era una orden francesa de monjes-soldados, como pudieran ser en España las de Alcántara, Calatrava o Santiago, nacida al rebufo de las primera cruzadas y que tenía como objetivo inicial, justamente defender a los palmeros que, como dije hace unos capítulos, era los peregrinos cristianos que marchaban a Tierra Santa y, concretamente, a Jerusalén.

Su organización excepcional, su disciplina, su magnífico entrenamiento en el combate y, quizá, un carácter algo secreto que les daba la posibilidad de actuar al margen de las jerarquías eclesiásticas y civiles, hizo de ellos lo más brillante de los ejércitos cristianos de la época.

Por otro lado, sus muchas conquistas los hicieron poseedores de una inmensa fortuna, a día de hoy imposible de cuantificar que, a la postre, los arrastró a la ruina y desaparición.

Que los estados se endeuden con entidades privadas no es nuevo, pero en la época de Felipe IV, el Hermoso, rey de Francia y de Navarra, cuando la deuda alcanzaba proporciones astronómicas, en vez de hacer una reforma en la Constitución para asegurar a los acreedores que van a cobrar, se operaba de una manera más expeditiva: se mataba al acreedor. Y básicamente esta es la historia. 

El rey francés, ante la perspectiva de no poder hacer frente a sus deudas contraídas con el Temple, los acusa de pactar con el diablo, manda torturar a unos cuantos que habrían declarado hasta que con sus propias manos se forjaron los clavos que fijaban a Cristo en la cruz y presiona al papa Clemente V para que los declare herejes y disuelva la Orden.

Parece importante aclarar que en 2007 el Vaticano exculpó a los templarios de todas las acusaciones de que habían sido objeto. Un documento perdido durante siglos, el Pergamino de Chinon, permitió documentar aquel irregular proceso en el que tantos inocentes fueron asesinados con una brutalidad difícil de imaginar. Su último Gran Maestre, Jacques de Molay, fue torturado hasta casi la muerte y luego quemado vivo (¿os suena?).

En estos casi dos siglos, la Orden tuvo una presencia importantísima en toda Europa, además de en Oriente Próximo. Mandó levantar cientos de edificaciones y, con su desaparición misterios y leyendas comenzaron a cuajar en el imaginario colectivo de los europeos.

En la península Ibérica y, particularmente en el reino de Aragón, el Temple tuvo una influencia primordial. Ayudaron contra los musulmanes, sí, pero a cambio también recibieron ingentes cantidades de tierras y bienes materiales.

La orden del Temple, digamos, no era secreta pero sí discreta. Sus ritos, liturgias y prácticas internas nos son aún hoy en buena parte desconocidas y esto ha servido para alimentar aún más las paranoias de los amantes de las conspiraciones. (¿He dicho ya que hay que ver el daño que ha hecho Dan Brown?).

Y vayamos al tema que nos ocupa. Otro de los motivos que, concretamente a mí, me lanzaron a echarme por los caminos en compañía de mi abnegado y paciente progenitor es, precisamente, ver los vestigios templarios diseminados y casi nunca bien señalados a lo largo del Camino.

Atardecía y desde detrás de unos sembrados de cereal que ocultaban su vista, brotó ante nuestros ojos como una aparición, aislada en medio del campo, sin viviendas a la vista. Era la misma extraña iglesia que ocupaba el enorme panel frente a la barra del bar El Temple, en la calle Curia de Pamplona.

Esta extraña construcción merece, antes de acercarse a ella, ser contemplada desde la distancia. Su espadaña, sus arquerías, su forma alejada de la imagen de iglesia románica que tenemos en nuestra mente, llaman la atención aún sin aproximarse mucho.

A pesar de la hora tardía, el templo se encontraba abierto y pudimos escuchar algunas explicaciones dadas a un grupo de burgaleses por parte del clásico paisano del pueblo cercano que, poseedor de la llave, recita una y otra vez una larga retahíla de datos y elementos arquitectónicos a cambio de una propina.

La verdad es que estas buenas gentes, como guías artísticos no ganarían concurso alguno. Sus conocimientos se ciñen al edificio que muestran y como uno formule una pregunta que se salga del guion preestablecido es raro que conozcan la respuesta. Pero su servicio, a todas horas, por un módico precio, cualquier día del año, es extraordinario. Los aficionados a las pequeñas ermitas tenemos mucho que agradecer a estos cicerones de ocasión.

Lo que viene a continuación es la suma de mis rudimentarios conocimientos sobre el románico y el Temple, lo que pudimos escuchar al paisano, mis observaciones y, por qué no admitirlo, lo que he tenido ocasión de leer a posteriori para contrastar y completar mis notas.

Para empezar, Santa María de Eunate no tiene planta de cruz latina, como la inmensa mayoría de las iglesias y ermitas románicas. Parece que fue levantada a finales del siglo XII, en 1170, y aunque su estética posee todas las características de los templos de la época al norte del Duero, hay elementos que la hacen especial.

Lo más llamativo, aun sin saber nada de arte, es la arcada exterior, paralela a las paredes de la iglesia y con treinta y tres arcos de medio punto para sustentar la estructura de este atípico claustro. Posiblemente, lo de las «cien puertas», que se dice en euskera, no sea sino una exageración referida a esta suerte de treinta y tres entradas.

–Pero esto, papá… Déjame dar una vuelta.

Mi padre está más que acostumbrado a mis excentricidades pero sospechaba que aquí podía hasta estar exagerando.

–¿Se puede saber qué coño buscas?

–La forma, papá, la forma de la planta. ¡Es octogonal! ¡Lo sabía!

–¿Y eso?

–¡Eso es mi hermana y tampoco baila! –esta gracieta, sacada de un viejo chiste, repetida en cada ocasión propicia, sacaba a mi padre un poco de sus casillas.

–Bueno, que sí, que vale, que eres gilipollas pero, ¿qué tiene que ver eso con la planta octogonal?

–¡Es templaria! ¡Es una iglesia templaria! –exclamé.

–Ah, sí, de eso que tienes tú libros en casa. ¿Las iglesias templarias son de planta octogonal?

–Los templarios eran una gente muy apegada a los símbolos y la iconografía. Lo que en la actualidad se llama Cúpula de la Roca, en Jerusalén, es una mezquita del siglo VII que durante siglos no solo fue iglesia cristiana sino que, además, era el templo principal de la Orden. Se suele conocer como «templo de Salomón» aunque, si no recuerdo mal, el de Salomón lo echaron abajo los romanos en el año 70, cuando la gran diáspora. Todas las iglesias templarias son octogonales. Vamos dentro.

–Pues nada, vamos para allá, si bonita la iglesia es muy bonita. Y original. ¿Cómo era la palabra esa que usáis en casa para los apasionados de algo?

–¡«Friki», papá, «friki»! ¡Y no soy un friki de los templarios! Hay muchos y muy zumbados pero no es mi caso. Es un tema curioso, me interesa, leo, miro… pero no ando tragándome conspiraciones extrañas para descubrir misterios templarios.
Además, ¿sabes qué? Los tarraconenses tenemos una estrechísima relación con el Priorato pero no con el de Sion ni con el de Jerusalén sino con el de Falset, que es el bueno de verdad.


–Calla, calla, que los payeses estos están poniendo el vino a un precio que parece sangre de unicornio. Hala, vamos para dentro antes de que este señor tan amable nos mande a hacer puñetas.


Si el exterior es llamativo, el interior es sobrecogedor. Además, el atardecer daba un aire especialmente lúgubre a aquel pasillo central frente al altar que hace las veces de nave. Recordemos la especial disposición de los templos que hace que si bien por la mañana estén totalmente iluminados, al atardecer no les resten más que vestigios de luz indirecta.

Incluso con ese hándicap, pudimos admirar la cantidad de capiteles adornados con los más diversos motivos.

Los capiteles románicos, todos diferentes, en esta iglesia y en todas, fueron llamados «literatura en piedra» ya que, al parecer, estaban destinados a que mediante su visión, el fiel de la Edad Media, analfabeto por lo común, pudiera contemplar escenas de la historia sagrada, milagros, vida de los santos, escenas de virtud… Eran los libros de la época, destinados a quienes no sabían leer ni habían cogido un libro de verdad en su vida. Algo harto común en aquellos complicados tiempos.

Aunque no es el caso de Eunate, me he preguntado muchas veces y muchas veces he preguntado sin obtener respuesta definitiva, qué se pretendía enseñar con esos capiteles no demasiado infrecuentes que describen sin dejar lugar a la imaginación escenas de sexo en grupo, sesentaynueves entre hombres y mujeres o entre dos hombres, personas fornicando con animales etc.

–Perdone, ¿y esto?

El grupo de turistas burgaleses ya había salido y aquel paciente guía de la iglesia se había quedado unos minutos con nosotros aunque nos había pedido que fuéramos breves, que tenía que cerrar. Ante mi pregunta, puso esa cara de «chaval, que eres el vigésimo que me pregunta hoy».

–Nada importante, marcas de cantero, no sé si sabe de qué le hablo.

–Sí, sí, gracias, sé lo que son las marcas de cantero, pero estas son muy raras, ¿no?

–Pues no sé si son raras o no pero llevan ahí nueve siglos.

Como es sabido, en la Edad Media, los trabajadores de los templos no tenían la consideración de «artistas» de que empezaron a gozar con el comienzo de la Edad Moderna. Si no me equivoco, el primer alarife del que tenemos noticia en el mundo románico es el Maestro Mateo, casi contemporáneo al erigidor de esta maravilla de Eunate, pero Mateo fue responsable, nada más y nada menos, que de la catedral de Santiago. Sus colegas contemporáneos no alcanzaron la celebridad de siquiera pasar con sus nombres a la historia.

Esta obligación de pasar desapercibidos –con frecuencia solo se recuerda al noble u obispo que mandó levantar las iglesias– hacía que las propias piedras que conformaban los recios muros fuesen marcadas con unos trazos de cincel para la posteridad a modo de firma. También servían estas señales para algo tan obvio como saber dónde iba cada piedra.

Por otro lado, las marcas de cantero han sido pasto de elucubraciones a propósito de la otra gran orden secreta: la masonería. Recordemos que maçon (léase masón)  significa «albañil» en francés y que es cierto que las logias masónicas tuvieron su origen en los gremios constructores  de catedrales en la Baja Edad Media y en la Edad Moderna y que, aún hoy, sus símbolos son el compás y la escuadra, útiles de trabajo del gremio. Pero de ahí a buscar mensajes arcanos en las marcas de cantero hay un buen trecho. Y a pesar de ello, hay ciertamente profundidad en el significado de algunas de ellas.

Sea como fuere, yo había visto marcas de cantero en otras partes y estas me parecían muy raras.

Dibujé algunas torpemente en mi cuaderno y, ya en casa, me puse a cotejarlas con la información que fui capaz de encontrar y, efectivamente: eran señales que solo se encuentran en construcciones de la Orden del Temple.

Mucho he leído a posteriori sobre aquella fascinante iglesia. Parece que en su momento formó parte de un complejo mayor del que solo se conserva lo que podemos ver. Parece que fue hospital y albergue de peregrinos. En sus alrededores se han encontrado tumbas medievales que dejan fuera de toda duda su carácter, además, de lugar especialmente santo en que distintos personajes deseaban reposar para la eternidad, quizá para así sentirse más cerca de dios.

El origen templario de Eunate es controvertido por parte de los estudiosos. Sea como fuere, albergo la íntima convicción de que los caballeros de la Orden del Temple estuvieron allí. Y nosotros también. Quizá el azar nos hizo entrar en aquel estrecho y oscuro bar de Pamplona. Quizá algo nos predestinó a ello.