domingo, 3 de mayo de 2015

Gares

Ya me quejé hace muchas páginas de esta manía de los vascos de usar topónimos que en nada se parecen al correspondiente castellano. 

Gares es el nombre cooficial de esa localidad donde se cruzan los caminos franceses: el de Somport y el nuestro, de Roncesvalles. En esta zona de Navarra el uso del euskera es muy limitado y todo el mundo dice, sencillamente, Puente la Reina.




Esta última denominación es además más razonable. El pueblo se identifica con un inmenso y precioso puente románico del siglo XI. Lo que ya nadie me supo decir es quién era la reina que pasaba por el puente. Sí puedo añadir dos cosas: el río que pasa por debajo es el Arga y, ¡tiene un carácter!

Aunque esto ya solo pudimos verlo al día siguiente, llaman la atención del caminante algunas señales que indican la altura que alcanzó el caudal del Arga en algunas ocasiones, os garantizo que impresiona.

Puente la Reina o Gares es un hervidero de peregrinos. Muchos comienzan aquí su andadura, otros, como nosotros, la finalizan temporalmente. Esto unido a los caminantes que arriban desde las dos vías que se unen allí hace que la ruta Jacobea sea un importantísimo motor económico y social.

Tras nuestra salida, ya tardía, de aquella maravilla templaria que es Eunate, llegamos tardísimo a nuestro destino de aquel día. El recuerdo de Roncesvalles nos hizo apretar el paso pero la enorme infraestructura de la localidad destinada a acoger peregrinos facilitó que no tuviéramos las dificultades de días anteriores.

Cenamos, charlamos, conocimos a gente estupenda, descansamos y hasta seguimos caminando al día siguiente, pero esta es otra historia.

El tiempo dirá si merece la pena seguir esta historia. Carlos y Carles seguimos caminando. En años sucesivos se nos han ido sumando distintos familiares animados por las muchas historias que les hemos ido narrando, algunas de las cuales he tenido ocasión de compartir contigo en este espacio.

Aunque mi profesión es la de abogado, el ejercicio activo de la política municipal me ha tenido absorbido hasta el punto de convertirse en una dedicación plena durante unos cuantos años. Me recomiendo a mí mismo y recomiendo a todos quienes tengan el privilegio de tener tareas públicas, que ocupen casi todo su tiempo en ellas, y cuando puedan, cuando dispongan de un pequeño "alto en el camino", se lancen al Camino*, a los caminos, al menos unos días a lo largo del año.

La vida se ve de otra forma y los demás hasta nos lo agradecen. Yo por mí parte, ahora que me "salgo" de esas tareas municipales, lo pienso hacer.

Pienso disfrutar de esa otra vida que hay fuera de la política, para ganar perspectiva, y para volver a recuparar a los míos. Mi família, e incluso a mí mismo.

Tal vez así ya no nos preguntemos «¿qué hago yo aquí?

Besos a todos y a todas.


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* El juego de mayúsculas y minúsculas es importante para comprender lo que se pretende decir.

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